viernes, 30 de junio de 2017
A JESÙS , “Se le acercaron grandes muchedumbres”
JESÚS sabe que el fin de su vida en la Tierra está muy próximo. Solo le quedan unas pocas semanas, y aún tiene mucho que hacer. Acompañado de sus apóstoles, ha estado predicando por la región de Perea, al este del río Jordán. Ahora se dirige al sur, a Jerusalén, donde celebrará su última Pascua, la más importante de su vida.
2 Acaba de mantener una seria conversación con algunos líderes religiosos cuando, de pronto, se forma un pequeño alboroto: la gente está trayendo a sus hijos para que lo vean. Y al parecer, hay niños de todas las edades. Llegamos a esa conclusión porque Marcos se refiere a ellos con la misma palabra con que había descrito anteriormente a una niña de 12 años, mientras que Lucas usa un vocablo que puede traducirse por “bebés” (Lucas 18:15; Marcos 5:41, 42; 10:13). Como es natural, donde hay chiquillos, hay algarabía y revuelo. Tal vez los discípulos de Jesús piensan que su Maestro está muy ocupado para perder el tiempo con niños, y por eso reprenden a los padres. Pero ¿qué hace Jesús?
3 Al ver lo que está sucediendo, Jesús se indigna. ¿Con quiénes? ¿Con los niños? ¿Con los padres? No: con sus discípulos. “Dejen que los niñitos vengan a mí —dice—; no traten de detenerlos, porque el reino de Dios pertenece a los que son así. En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará en él.” Luego los toma “en los brazos” y los bendice (Marcos 10:13-16). De las palabras empleadas por Marcos se deduce que Jesús los abraza con cariño, quizás tomando en brazos a los más pequeños. Es obvio que Jesús ama a los niños, pero este pasaje nos enseña algo más acerca de él: que es bondadoso y accesible en su trato.
4 Si Jesús fuera un hombre severo, frío u orgulloso, seguramente aquellos niños no se sentirían cómodos con él, ni sus padres se le acercarían con tanta confianza. Imagínese la escena. ¿Ve a los padres sonriendo encantados mientras este hombre, de carácter amable, trata con cariño a sus hijos, les expresa cuánto valen a los ojos de Dios y los bendice? A pesar de que lleva sobre sus hombros la más pesada de las responsabilidades, Jesús sigue siendo un hombre extraordinariamente accesible.
5 ¿Qué clase de personas se acercaban a Jesús? ¿Qué cualidades lo hacían tan abordable? ¿Cómo podemos aprender a ser como él?
¿Qué clase de personas se acercaban a Jesús?
6 Cuando uno lee los Evangelios, se sorprende al ver la cantidad de gente que se acercaba a Jesús sin ningún temor. Con frecuencia se habla de “grandes muchedumbres” que estaban con él: “grandes muchedumbres le siguieron de Galilea”, “grandes muchedumbres se reunieron junto a él”, “se le acercaron grandes muchedumbres”, “grandes muchedumbres viajaban con él” (Mateo 4:25; 13:2; 15:30; Lucas 14:25). Así es: a menudo estaba rodeado de muchísima gente.
7 Estas eran, en general, personas comunes y corrientes, aquellas a quienes los líderes religiosos llamaban con desprecio “gente de la tierra”. Los fariseos y los sacerdotes no tenían ningún reparo en decir: “Esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos” (Juan 7:49). Escritos rabínicos de fechas posteriores también evidencian esta actitud arrogante. La mayoría de los líderes menospreciaban a la gente común, razón por la cual no comían en su compañía; tampoco les compraban ni se relacionaban con ellos. Más aún, algunos afirmaban que los que no conocían la ley oral no resucitarían. No nos extraña que, en vez de acudir a estos líderes en busca de ayuda o consejo, la gente humilde evitara tener algún trato con ellos. Pero Jesús era muy diferente.
8 Jesús se mezclaba libremente con el pueblo. Comía con ellos, los curaba, les enseñaba y les daba una esperanza. Desde luego, era realista y se daba cuenta de que la mayoría no aprovecharía la oportunidad que se le brindaba de servir a Jehová (Mateo 7:13, 14). Pero aun así esperó lo mejor de los demás y vio en muchos las cualidades necesarias para hacer lo bueno. ¡Qué distinto de aquellos sacerdotes y fariseos de corazón duro! Y, por raro que parezca, hasta algunos sacerdotes y fariseos acudían a él. Muchos de ellos incluso cambiaron y se convirtieron en sus seguidores (Hechos 6:7; 15:5). Además, entre las personas que buscaron a Jesús, también hubo algunos ricos y poderosos (Marcos 10:17, 22).
9 Las mujeres tampoco temían abordar a Jesús. Imagínese las veces que habrían sufrido el humillante desprecio de sus jefes espirituales. Los rabinos generalmente veían mal que se les enseñara a las mujeres; de hecho, ni siquiera se les permitía testificar en los juicios porque se las consideraba poco confiables. Estos maestros llegaron al colmo de tener una oración en la que daban gracias a Dios por no haber nacido mujer. En cambio, Jesús no era así. Muchas mujeres acudían a él deseosas de aprender. Un ejemplo lo encontramos en María, la hermana de Lázaro: mientras su hermana Marta se hallaba ajetreada e inquieta preparando la comida, María se sentó a los pies del Maestro a escuchar absorta sus palabras. Y Jesús la elogió por esta actitud, por haber establecido bien sus prioridades (Lucas 10:39-42).
10 También los enfermos, a quienes los líderes religiosos trataban como marginados, acudieron en masa a Jesús. Es cierto que la Ley mosaica mandaba poner en cuarentena a los leprosos por razones sanitarias, pero esto de ninguna manera era una justificación para que se los tratara con crueldad (Levítico, capítulo 13). Sin embargo, las reglas rabínicas escritas posteriormente consideraban a los leprosos tan repulsivos como el excremento. Algunos de aquellos dirigentes llegaban al extremo de arrojarles piedras para mantenerlos a distancia. ¿Cómo podría una persona víctima de semejante trato encontrar el valor para abordar a un maestro? Pero sí hubo leprosos que abordaron a Jesús. Probablemente recuerde que uno de ellos, mostrando gran fe, dijo: “Señor, si tan solo quieres, puedes limpiarme” (Lucas 5:12). En el próximo capítulo analizaremos la contestación de Jesús. Pero, de momento, este relato nos ayuda a ver con claridad cuán accesible era él.
11 Las personas agobiadas por los sentimientos de culpa también se acercaban a Jesús con confianza. Por ejemplo, en cierta ocasión, él se hallaba comiendo en casa de un fariseo cuando entró una mujer conocida por su vida inmoral. Ella se arrodilló a sus pies y se puso a llorar, presa del remordimiento. Con sus lágrimas le lavó los pies y después se los secó con sus cabellos. El anfitrión, indignado, juzgó severamente a Jesús por dejar que aquella mujer se le acercara; Jesús, por el contrario, alabó con bondad su arrepentimiento sincero y le aseguró que Jehová la perdonaría (Lucas 7:36-50). Hoy, más que nunca, son muchas las personas abrumadas por los sentimientos de culpa que necesitan tener esa confianza: necesitan saber que pueden abordar a quienes están en condiciones de ayudarlas a corregir su situación ante Dios. Ahora bien, ¿qué cualidades hicieron de Jesús una persona tan tratable?
¿Qué cualidades lo hacían una persona tan accesible?
12 No olvidemos que Jesús imitaba perfectamente a su amado Padre celestial (Juan 14:9). La Biblia nos recuerda que Jehová “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27). Él es el “Oidor de la oración” y siempre está disponible para sus siervos fieles, así como para todo el que quiera hallarlo y servirle (Salmo 65:2). Imagínese: ¡el Personaje más importante y poderoso del universo es al mismo tiempo el más accesible! Jesús, al igual que su Padre, ama a la gente, como analizaremos en capítulos posteriores. Pero ese intenso amor que sentía por las personas no quedaba oculto en su corazón, sino que saltaba a la vista, y eso era lo que hacía de Jesús una persona tan abordable. Examinemos algunas maneras en las que demostró este sentimiento.
13 Las personas percibían enseguida que Jesús se interesaba en ellas individualmente. Su interés no se desvanecía ni siquiera al estar bajo presión. Como vimos antes, cuando los padres le llevaron a sus hijos, él les dedicó atención a pesar de estar ocupado y cargado de enormes responsabilidades. ¡Qué buen ejemplo para los que son padres! Aunque criar una familia en este mundo moderno no es nada fácil, es esencial que los hijos sepan que pueden contar con sus padres. Si usted tiene hijos, sabe que hay momentos en que las ocupaciones le impiden darles la atención que necesitan. Pero ¿podría asegurarles que les dedicará tiempo en cuanto le sea posible? Si cumple su promesa, sus hijos aprenderán dos cosas: que la paciencia tiene su premio y que usted siempre estará disponible para ayudarlos con cualquier dificultad o preocupación que tengan.
14 Jesús se mostraba comprensivo con las preocupaciones de la gente. Tomemos como ejemplo el primer milagro que realizó. Jesús había ido a un banquete de bodas en Caná, una ciudad de Galilea, y durante la fiesta surgió una situación embarazosa: ¡se acabó el vino! ¿Qué hizo Jesús cuando su madre, María, se lo comunicó? Pidió a los sirvientes que llenaran de agua seis tinajas de piedra y le llevaran una muestra del contenido al director del banquete. Cuando este la probó, se llevó una gran sorpresa: era vino de la mejor calidad. ¿Hizo Jesús algún truco o juego de manos? No, el agua “había sido convertida en vino” (Juan 2:1-11). Los hombres siempre han soñado con transformar un elemento en otro. Los alquimistas intentaron durante siglos convertir plomo en oro, pero nunca lo lograron, y eso que ambos metales son muy parecidos. ¿Qué puede decirse del agua y el vino? En lo que tiene que ver con su composición química, el agua es una sustancia sencilla formada por la combinación de dos elementos básicos, en tanto que el vino contiene alrededor de mil componentes, muchos de los cuales son compuestos complejos. ¿Por qué realizaría Jesús un acto tan extraordinario por algo tan insignificante como la falta de vino en una boda?
15 Para los novios, no se trataba de un asunto insignificante, pues en el antiguo Oriente Medio era de suma importancia mostrar hospitalidad a los invitados. Por eso, que se terminara el vino en el banquete de bodas les habría causado a los novios muchísima vergüenza, y habría empañado la felicidad del momento y los recuerdos que guardarían en los años por venir. Era una situación crítica para los recién casados. Jesús comprendió su angustia, y por eso intervino. ¿Entiende ahora por qué la gente iba a él con sus inquietudes?
16 Encontramos aquí otra valiosa lección para los padres. ¿Qué hace usted cuando su hijo viene con un problema? ¿No le hace ningún caso, diciéndole que el asunto no tiene importancia? ¿Se ríe de él? Puede que en comparación con sus propios problemas, los de su hijo parezcan de poca importancia; pero recuerde que para él no son una pequeñez. Si algo es importante para su hijo, a quien usted quiere tanto, ¿no debería serlo también para usted? Al interesarse por los asuntos de sus hijos, les mostrará que pueden acercarse a usted con toda confianza.
17 Como analizamos en el capítulo 3, Jesús era apacible y humilde (Mateo 11:29). La apacibilidad es una cualidad hermosa, una prueba evidente de la humildad de una persona; forma parte del fruto del espíritu santo y está vinculada a la sabiduría divina (Gálatas 5:22, 23; Santiago 3:13). Jesús demostró esta cualidad, pues mantuvo completo autodominio aun bajo las peores provocaciones. Fue apacible, pero de ningún modo débil. Hablando de esta virtud, cierto biblista dijo: “Tras esa docilidad está la fuerza del acero”. En efecto, se necesita valor para controlar el carácter y tratar con bondad a los demás. Con la ayuda de Jehová podremos imitar la apacibilidad de Jesús y ser personas más abordables.
18 Jesús era razonable. Estando en la ciudad de Tiro, salió a su encuentro una mujer cuya hija estaba “terriblemente endemoniada”. De tres maneras diferentes él le dio a entender que no se sentía muy dispuesto a concederle lo que ella deseaba. Primero, no le contestó ni una palabra; después, le dio una razón por la que no quería hacer lo que ella le pedía y, por último, con un ejemplo, le aclaró aún más lo que quería decir. Ahora bien, ¿se mostró frío o inflexible? ¿La hizo sentir que estaba pisando terreno peligroso al atreverse a contestarle a él, un hombre tan importante? No, la mujer habló confiada. No solo le pidió que la socorriera, sino que siguió insistiendo a pesar de que Jesús no parecía estar muy dispuesto a ayudarla. Al ver la fe tan extraordinaria que la impulsaba a persistir, Jesús sanó a su hija (Mateo 15:22-28). Así es: la gente realmente quería acercarse a Jesús, pues veía en él a un hombre razonable, dispuesto a escuchar y a ceder cuando la situación lo requiriera.
¿Somos accesibles?
19 A la gente le gusta creer que es abordable. Por ejemplo, a algunas personas que gozan de autoridad les encanta decir que siguen una “política de puertas abiertas”, en el sentido de que siempre están disponibles para quienes trabajan a su lado. No obstante, la Biblia contiene esta sabia observación: “Una multitud de hombres proclama cada cual su propia bondad amorosa, pero al hombre fiel, ¿quién lo puede hallar?” (Proverbios 20:6). Es fácil decir que somos accesibles, pero ¿en realidad estamos copiando fielmente a Jesús en este aspecto? La respuesta a esta pregunta no está en cómo nos vemos nosotros mismos, sino en cómo nos ven los demás. Pablo dijo: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5). Por lo tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Cómo me ve la gente? ¿Qué reputación tengo?”.
20 Los ancianos cristianos en particular se esfuerzan por ser accesibles. Desean de corazón estar a la altura de la descripción que hace Isaías 32:1, 2: “Cada uno tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada”. Para ser una fuente de protección y alivio, el anciano debe ser accesible. Claro, esto no siempre es fácil, pues los ancianos llevan una pesada carga de responsabilidad en estos tiempos tan difíciles. Con todo, se esfuerzan por nunca dar la impresión de que están tan ocupados que no pueden atender las necesidades del rebaño de Dios (1 Pedro 5:2). Por su parte, los demás miembros de la congregación no esperan de estos hombres fieles más de lo razonable, y demuestran humildad y un espíritu de cooperación (Hebreos 13:17).
21 También los padres deben tratar de ser siempre accesibles. ¡Hay tanto en juego! Quieren que sus hijos sepan que pueden confiar en ellos. Por eso procuran ser apacibles y razonables, y evitan reaccionar exageradamente cuando un hijo les confiesa que ha cometido una falta o cuando su manera de razonar no sea la correcta. Educan a sus hijos con paciencia y tratan de mantener siempre abiertas las vías de comunicación. A decir verdad, todos queremos ser accesibles, como lo fue Jesús. En el próximo capítulo hablaremos de una de las cualidades que más contribuyó a que su trato fuera tan cordial: su profunda compasión.
[Nota]
Los químicos saben que el plomo y el oro son elementos que están muy cerca uno de otro en la tabla periódica. Un átomo de plomo tiene en su núcleo solo tres protones más que el oro. De hecho, los físicos modernos han logrado convertir pequeñas cantidades de plomo en oro, pero el proceso no es rentable debido a la gran cantidad de energía que se necesita.
[Preguntas del estudio]
1-3. ¿Qué sucede cuando algunos padres le llevan sus hijos a Jesús, y qué nos enseña acerca de él este pasaje?
4, 5. a) ¿Por qué podemos estar seguros de que Jesús era una persona accesible? b) ¿Qué preguntas examinaremos en este capítulo?
6-8. ¿Quiénes solían acompañar a Jesús, y qué contraste había entre la actitud de él y la de los líderes religiosos?
9. ¿Por qué no temían abordar a Jesús las mujeres?
10. A diferencia de los líderes religiosos, ¿cómo trató Jesús a los enfermos?
11. ¿Qué ejemplo hay de que las personas agobiadas por la culpa se acercaban a Jesús con confianza, y qué importancia tiene este hecho?
12. ¿Por qué no sorprende que Jesús fuera tan abordable?
13. ¿Cómo pueden los padres imitar a Jesús?
14-16. a) ¿En qué circunstancias se sintió impulsado Jesús a realizar su primer milagro, y por qué fue un acto extraordinario? b) ¿Qué revela sobre Jesús el milagro que realizó en Caná, y qué lección contiene para los padres?
17. ¿Qué ejemplo de apacibilidad dio Jesús, y por qué podemos decir que hay que tener valor para ser apacible?
18. ¿Qué ejemplo revela que Jesús era razonable? ¿Por qué cree usted que necesitamos esta cualidad para ser accesibles?
19. ¿Cómo podemos saber si de verdad somos accesibles?
20. a) ¿Por qué es importante que los ancianos sean accesibles? b) ¿Por qué no debemos esperar de los ancianos de la congregación más de lo razonable?
21. ¿Cómo pueden los padres tratar de ser siempre accesibles, y qué analizaremos en el próximo capítulo?
[Recuadro de la página 149]
¿Cómo podemos seguir a Jesús?
● ¿Cómo nos ayuda a ser accesibles el que escuchemos con atención a los demás cuando responden a las preguntas que les hacemos? (Mateo 16:13-17.)
● ¿Cómo mostró Jesús que era accesible aun cuando interrumpían su soledad, y cómo podemos imitarlo? (Marcos 6:31-34.)
● ¿Cómo veía Jesús a los no creyentes? ¿Por qué nos hará accesibles el que tengamos la misma opinión equilibrada? (Lucas 5:29-32.)
● Ya que Jesús fue positivo al juzgar a las personas, ¿cómo nos ayudará a ser más accesibles imitar esta actitud? (Juan 1:47.)
[Ilustración de la página 143]
“Dejen que los niñitos vengan a mí”
[Ilustración de la página 146]
Demuéstreles a sus hijos que usted siempre está listo para escucharlos y que de veras se interesa por ellos
[Ilustración de la página 148]
Los ancianos procuran ser personas accesibles
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