"NO TODO LO QUE HACE EL PAPA ES PERFECTO " Cardenal Muller. |
Fuente Europa Press ; Aci Prensa; Le Observatore Romano.
Entre la alta jerarquía católica se está gestando una división de dimensiones escandalosas, a partir de la publicación de la Exhortación Apostólica post Sinodal, se han dado algunos dimes y diretes ente el Obispado Católico, desde la creación de Comisiones para investigar al banco papal hasta los escándalos de Pederastia en diversos países,que obligo al Cardenal Pell Jefe de Finanzas del Vaticano a renunciar y enfrentar cargos en Australia, incluyendo el escándalo que salpica al Hermano de Benedicto16 y los niños del Coro. Una de las cabezas que han sido cortadas en el Vaticano es la del cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, como prefecto de la poderosa Congregación para la Doctrina de la Fe a quien Francisco de forma inesperada destituyo a principios de julio en vez de prolongar su mandato el cual por tradición termina con la muerte o al cumplir 75 años... Como sucesor nombró al español Luis Francisco Ladaria Ferrer. La función de la congregación es velar por la correcta doctrina católica en la Iglesia.
El
cardenal dijo desconocer los motivos de su destitución. "Cualquiera se
puede imaginar lo que ello significa. Fui llamado a Roma por el papa Benedicto
únicamente para este cargo. Normalmente se parte de la base de que es hasta los
75 años. Pero ahora se ha decidido otra cosa. A mí no se me acaba el mundo,
puedo seguir haciendo muchas cosas por la iglesia", manifestó.
El Cardenal Müller denuncio además que “Algunos,
tienen una "devoción papal
hipócrita", como si la divisa fuera: "El Santo Padre tiene una idea y
nosotros lo seguimos incondicionalmente y llenos de admiración. El papa también
es solo un ser humano. Eso quiere decir que no todo lo que hace y dice es de
por sí perfecto e insuperable". En lo que respecta a los fieles, el
cardenal expresó el deseo de que haya un menor culto al papa. "No debería
surgir un culto a la personalidad" ni un turismo papal por el hecho de que
el pontífice sea una persona muy cercana, opinó Müller. "En los tiempos de
los medios de comunicación masivos es peligroso que la gente solamente aclame
al papa o que viaje a Roma por sensacionalismo, para poder decir después 'he
visto al papa en primera fila y estaba muy cerca de él’".
Müller se encuentra en medio de una polémica
por sus años como obispo en Ratisbona, en el sur de Alemania, cuando se le
encargó esclarecer las acusaciones de abusos físicos y sexuales contra los
niños del famoso coro de la catedral.
Según
el informe final al menos 547 niños del coro católico fueron víctimas de
abusos, 67 de ellos de carácter sexual, entre 1945 y principios de los años 90.
"Los afectados describieron sus años escolares (en el internado) como una
prisión, como un infierno y como un campo de concentración",
Sobre la recepción de "Amoris
Laetitia" lamentô que hayan voces tan disonantes que amenazan la unidad de
la Iglesia y oscurecen la verdad del Evangelio. Entre estas "voces disonantes" están
cuatro Cardenales:
Los 4 cardenales que solicitaron al Papa
Francisco aclarar algunos puntos, a los que llamaron “dubbia” (dudas) sobre la
exhortación apostólica Amoris Laetitia, han hecho público ahora un pedido para
que el Santo Padre los reciba en audiencia y poder tratar este tema en persona
con él, al no haber recibido una respuesta. Ellos son el Cardenal italiano
Carlo Cafarra, quien explica que la envió al Santo Padre a nombre propio y a
nombre de los cardenales alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner; y el
estadounidense Raymond Burke.
Así lo informó este lunes 19 de junio, Edward
Pentin en el National Catholic Register, donde publicó el texto íntegro de la
misiva que los cardenales enviaron al Pontífice el pasado 25 de abril.
Las “dubbia”
o dudas de los cardenales son cinco preguntas enfocadas en la posibilidad
de que los divorciados en nueva unión puedan acceder a la comunión.
Ante esta grave situación, concluye la misiva,
“en la que muchas comunidades cristianas
están siendo divididas, sentimos el peso de nuestra responsabilidad, y nuestra
conciencia nos obliga a pedirle humilde y respetuosamente una audiencia”. No han recibido respuesta.
Aunque no aparece como solicitante de este
pedido de audiencia presentado por los cardenales, en diciembre de 2016, el Presidente Emérito del Pontificio
Consejo Cor Unum, Cardenal Paul Josef Cordes, expresó su respaldo a las
“dubbia” de los purpurados.
La
manzana de la discordia es este párrafo del Documento post Sinodal:
299. Acojo las consideraciones de muchos Padres sinodales, quienes quisieron expresar que «los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y fecunda. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio. Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes» [334].
299. Acojo las consideraciones de muchos Padres sinodales, quienes quisieron expresar que «los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y fecunda. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio. Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes» [334].
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